"Lloro y no sé por qué lloro,
si es de alegría o de pena,
Semana Santa en Sevilla,
Semana Santa en mi tierra (...)"
si es de alegría o de pena,
Semana Santa en Sevilla,
Semana Santa en mi tierra (...)"
Así comienza una de las saetas que más me sobrecogía en mi infancia. Y que conste que en el pueblo de mis padres es difícil quedarse con una sola melodía, de un solo saetero, porque la proporción de saeteros por habitante debe de ser de las más altas de Andalucía.
Acabo de volver de casi diez días de desconexión total, sin trabajo, sin Internet, casi sin teléfono (dichosos móviles). Pero de lo que acabo de regresar, es, en realidad de una vuelta a la tradición más arraigada de mi familia: Salir en procesión el Viernes Santo por la mañana, acompañando a la Virgen de los Dolores de Sierra de Yeguas.
Hacía años, los que tiene mi hijo, que no me vestía de penitente, cita a la que había acudido puntualmente desde que nací. Pero por muy racional que se quiera volver una con los años, por mucho que se quiera prescindir del más allá, puesto que con el más acá nos sobra y nos basta, por mucho que haya cosas que parezcan sacadas de una peli de Almodóvar ... cuando se pasa por un momento de debilidad, a una, que nolis velis la han educado en la adoración de lo sagrado, no se le viene a la cabeza otra frase que no sea: "Virgen de los Dolores, si apruebo las opos prometo salir en la procesión del Viernes Santo".
Y aquí me tenéis, documento gráfico: Con Gloria Reina y Pepe Reina en un alto de la estación de penitencia.
Imposible reunir a todos los Reina vestidos de negro que había por allí esparcidos para hacernos una foto de clan (uno de ellos, Juan Ramón Reina, es ahora el mayordomo de la Virgen, como años atrás lo fuera su padre). Ahora que acabo de escribir la palabra, tal vez sea eso lo que nos mueve a representaciones como las de sacar a los santos en procesión: la sensación seguridad que da pertenecer a un clan.
Seguramente se trate de uno de tantos ritos paganos asimilados por el cristianismo. Recuerdo haber estudiado en la asignatura de religión griega cómo los atenienses sacaban en andas una estatua de la diosa epónima de su ciudad y la llevaban en procesión, durante las Panateneas. O cómo había variantes locales de la misma diosa, con epítetos propios, en función de la ciudad. Todo antropológicamente explicado.
Pero hay algo para lo que no tengo explicación. Yo lloro, y no sé por qué lloro ... ¿será el aroma de las flores, de los cirios encendidos? ¿será la música marcial de las bandas? ¿será la aguda voz del saetero, que se clava en el aire como un dardo? ¿será la cara de pena de la dolorosa? No sé, pero no puedo, por mucho que lo intento, dejar de escapar una lágrima cuando vuelve la imagen a la iglesia, para permanecer allí, hasta la próxima Semana Santa.
Comentarios
A por cierto te ha faltado poner una foto del mas pequeño de la familia... que el tambien es Doloroso aunque se quite la tunica antes de terminar la procesión jejeje
Yo he visto muchas procesiones, pero jamás he estado en "la madrugá" porque coincide con la mía ... ¡qué se le va a hacer!
Antonio, gracias por las flores, pero no te confudas ... la alta, guapa, joven y delgada es mi hermana ... ja, ja, ja.
Un beso, Gloria. Ya se que los temas de profes te aburren, ya te aviso cuando escriba algo más entretenido. :-))
Mª José, yo también lloro todos los años por no poder ir a mi Graná lejana y sola. Allí quedan los recuerdos de una Semana Santa que viví de niña con mi padre y como él ya no está, no me atrevo a volver. Lloro, pero sí sé por qué.