Todos, seamos hombres o mujeres, tenemos energía masculina y energía femenina. La felicidad en nuestra vida procede en gran medida de tenerlas equilibradas y sanas.
La energía femenina es redonda, circular, hacia dentro, acogedora como una madre. La energía masculina es lineal, hacia fuera, expansiva. Tiene la fuerza del padre.
En este artículo vamos a hablar de la energía femenina de la que dependen aspectos como:
La abundancia, el dinero, el autocuidado, la relación con la comida, el fluir en la vida, la pareja, la sexualidad, la maternidad, la felicidad, la creatividad, entre otros.
Todos estos aspectos pueden estar bien enfocados, o distorsionados en nuestra vida.
Por ejemplo, la abundancia. Una persona abundante vive en un flujo constante de dar y recibir, siente que merece la prosperidad y actúa desde un lugar de seguridad. Se siente conectada con la naturaleza cíclica de la vida, recibiendo bienes, disfrutando del dinero y de las posesiones, gastando en la justa medida, en la confianza de que la vida me va a proveer de todo lo que necesito; o puedo vivir en el miedo a quedarme sin nada y acumular y acumular por si acaso, sin disfrutar de lo que tengo, por miedo a perderlo, a que me lo roben, etc. Puede tener dificultad para pedir lo que necesita o tener bloqueos financieros para ser merecer abundancia.
En cuanto a la maternidad, puedo vivir una maternidad plena, disfrutando del dar a mis hijos lo mejor de mí, cuidando de su educación, de su alimentación, de su salud, enseñándoles a ir haciendo relaciones personales sanas; o puedo ser una madre posesiva y controladora, instalada en el miedo a que mis hijos enfermen, no encontrando nunca el momento de dejarles volar.
Puedo vivir la pareja desde el equilibrio entre iguales, en una relación basada en la igualdad, respeto y apoyo mutuo, dando y recibiendo amor sin dependencias. O puedo entregarme al otro y perderme, o caer en el sacrificio, haciendo todo para que la pareja no ser rompa, incluso dejándome pisar el amor propio.
Así podríamos seguir analizando uno tras otro los diferentes aspectos.
Que los tengamos sanos y equilibrados en nuestra vida depende de si hemos tomado a nuestra madre biológica, desde nuestro estado adulto.
Cuando en constelaciones hablamos de tomar a la madre, nos referimos a honrarla y agradecerle la vida, y todo lo que nos dio. Nos dio lo que pudo según las circunstancias que le tocó vivir, y con esas cartas tengo que jugar la partida de mi vida.
El no haber podido tomar a la madre depende de muchos aspectos, entre ellos pueden ser:
La ruptura de vínculo, que se da cuando un niño ha sido separado de su madre, por causas diversas. O haber tenido una madre ausente, por enfermedad, por muerte de un hermano, por un aborto, por drogas, etc.
Tomar a la madre es no creerme mejor que ella, no ponerme por encima, sino estar siempre en mi lugar de hija. Nos ponemos por encima de nuestra madre por intrincación con la abuela materna o alguna otra ancestra del sistema.
Es muy importante sanar el vínculo con nuestra madre, aunque no tengamos relación con ella, aunque ya no está viva. Para ello, se puede hacer una constelación, o trabajar con diferentes movimientos sistémicos, como en mi ciclo de talleres Sanando el Pasado. Aquí te dejo el programa de la segunda edición.
Artículo original en mi web https://www.mariajosereina.com
https://www.mariajosereina.com/2024/10/22/el-vinculo-con-la-madre-y-la-energia-femenina/
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