La mayoría de los inmigrantes tienen el corazón dividido. Seguramente conoceremos muchos vecinos, amigos, alumnos, sus padres, compañeros de trabajo, … Tienen el corazón dividido, porque se les rompió al tener que dejar su hogar, su tierra, su familia, sus orígenes, y allí se les quedó un trozo. Y el otro trozo, el que trajeron al nuevo lugar, echa tanto de menos su otra mitad, la quiere tanto, que siempre mira en esa dirección, y no está disponible para querer y apreciar lo que tiene ahora delante, su nueva realidad. Siente que la mitad que se dejó en su tierra está esperándolo, como Penélope a Ulises, y no puede volver a enamorarse de la nueva tierra, porque sería tanto como serle infiel. Muchos profesionales de la enseñanza tenemos alumnos en nuestras aulas que no tienen permiso para mirar su nueva realidad, para quererla, para aceptarla, porque en lo más profundo de su corazón, y aunque no puedan ponerle palabras, sienten que hacerlo sería traicionar a los suyos. También puede